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17 Oct La nariz equívoca de Réjean Ducharme
La editorial Doctor Domaverso continúa su Colección <<Réjean>> dedicada al oculto escritor quebequés con «La nariz equívoca» (1967), primera traducción al español de esta original novela sobre la adolescencia, el rechazo y el paso del tiempo
Ducharme es uno de esos autores tan míticos que si no existiesen habría que inventarlos. Mito desde los 25 años, se supone que vive recluido en su casa de Québec. Apenas se conocen tres fotografías suyas de juventud y una de adulto. No concede entrevistas. No atiende al teléfono (si es que lo tiene). La comunicación con su editor canadiense de siempre, desde hace más de 45 años, es siempre por carta, nunca se han visto cara a cara. ¿Quién es Réjean Ducharme? ¿Es ese su verdadero nombre? Parece que sí. Pero es un misterio. Sallinger a su lado se quedó corto. El enclaustramiento de este autor francocanadiense tan celoso de su privacidad, que huye de los periodistas e incluso de sus colegas escritores, del mundo en general, es asombroso. Siempre ha querido que lo único que sepamos del escritor (no de la persona) sea a través de sus novelas y obras de teatro.
Tras publicar Doctor Domaverso en 2010 una novela tan mítica dentro del mundo francófono como El valle de los avasallados (L’Avalée des avalés, 1966), primera novela de Rejéan Ducharme y obra conocida en España por haber sido adaptada libremente al cine en la obra maestra Leólo (1992) del desaparecido Jean-Claude Lauzon, y, más tarde, en 2012, La oceanada, su tercera novela, nos llega ahora la segunda novela de este singular autor, La naríz equívoca, gracias a la labor de su editor español Paco Navas y a la traducción excelente de Miguel Rei, alabada por Alberto Manguel, entre otros.
Lo cierto es que si hay un autor difícil de verter del francés al español ése es Ducharme, pues el uso abundante de neologismos y juegos de palabras no son un mero ejercicio retórico, sino que condicionan el contenido de sus novelas, novelas de ideas y no de tramas. Novelas de pensamientos y no tanto de acciones. Es por eso que editor y traductor se vieron con un escollo nada más comenzar, en el mismo título. ¿Cómo traducir el original Le nez qui voque que Éditions Gallimard había publicado en París en 1967? Un equívoco semántico que resuelven en el prólogo «Ergotizando sobre el título original:
«Le nez qui voque» (tamaño equívoco)» y que se puede leer aquí. Ya en las primeras páginas (pág.17) el autor ya da muestras de qué tipo de novela vamos a leer: «Están reconstruyendo la cúpula del mercado Bon Secours. Están restaurando las buhardas de la Maison Papienau. Son tareas históricas; sin la <<e>> serían taras históricas. Es una falta equívoca, un error que equivoca, una falta -o un olfato- que evoca; es un equívoco -en francés, todo un calambur-. Mi naríz es equívoca; por nariz tengo una raíz. Mi nombre preferido es Mille Milles; me parece mucho mejor que Mille Kilomètres.»
«A Rejéan Ducharme, por la vida.» (J.M.G.Le Clézio, al aceptar el novel) El valle de los avasallados, La naríz equívoca y La Oceanada no son libros de niños; son las confesiones de quien, por conocer el mundo de los otros hombres, acaba gravemente herido. (La táctica de la guerra apache aplicada a la lilteratura, Le Clézio)
Este libro no alcanza el nivel de innovación y profundidad de su novela más célebre, El valle de los avasallados, con la que guarda concomitancias, pero se compone de una narrativa poderosa, muy superior a la producción editorial media contemporánea.
Se trata de una novela muy moderna -en 1967 y en 2014-, con buenos hallazgos narrativos y plena de ideas originales sobre múltiples temas, desde la lectura, el latrocinio, el sexo y la inocencia al rechazo por la vida adulta propia de los adolescentes…; incluso para reflexionar sobre el neocolonialismo anglosajón estadounidense en el Canadá y la propia idiosincrasia francófona de Québec y su relación histórica con Francia. Dicho lo cual, admitámoslo: La naríz equívoca no es una lectura fácil. Ni lo pretende. En el libro hay ecos de Rabelais, Lautréamont, Georges Perec, Raymond Queneau (Zazie en el metro es lo más obvio), el primer Fernando Arrabal (el de los años cincuenta y primeros sesenta) y el Witold Gombrowicz de Ferdydurke (1937). Una lectura (y relectura) estimulante, diferente, que se sale de toda la tradicción narrativa actual, para lectores exigentes. Un libro valiente, extremadamente osado.
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