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28 Ene Conversaciones con Akira Kurosawa
Confluencias editorial publica «Conversaciones con Akira Kurosawa», un librito de entrevistas con el maestro japonés que constituye una pequeña joya para los cinéfilos
En ocasiones los cinéfilos se encuentran buceando por Internet con libros de cine inusitados, por inesperados, y difíciles de encontrar en las mesas de novedades de las grandes librerías, ora por su tamaño (pequeño), ora por su temática (algo minoritaria). Uno de esos libros, una pequeña joya que alberga revelaciones y diálogos maravillosos a cada vuelta de página, casi en cada párrafo, es este librito (dicho de manera cariñosa y sin ningún cariz peyorativo, faltaría más) que ha publicado Confluencias Editorial, una joven editorial radicada en Almería que, sin prisa pero sin pausa, como reza el dicho, va creando un corpus bibliófilo digno de ser seguido y leído. Hace pocos meses iniciaron su colección Conversaciones con unas entrevistas con la escritora danesa Karen Blixen (quien firmaba como Isak Dinesen), de quien el mismísimo Orson Welles dijo estar enamorado ¡sin conocerla!
Es esta una pulcra traducción de José Jesús Fornieles Alférez y Alfonso Fornieles Ten, que se lee con pasmosa fluidez, de una edición a cargo de Donald Richie, máximo experto en Kurosawa y en el cine clásico japonés en Norteamérica y, posiblemente, en todo el mundo anglosajón, que es casi como decir occidental. Se incluye aquí un texto suyo, a modo de prólogo, sin desperdicio, en donde relata anécdotas personales junto al maestro Kurosawa (de especial enjundia la que cuenta de Moscú, cuando Mosfilm permitió que el maestro nipón filmase bajo pabellón soviético su magistral Dersú Uzalá,adaptación de las novelas del explorador y geólogo Vladimir Arseniev), las relaciones de amor-odio entre Kurosawa y el cineasta Nagisha Oshima, o cabría decir mejor de odio-amor, a tenor de la evolución cronológica y su gran amistad final, y, sobre todo, last but not least, la impresionante entrevista que le hizo Gabriel García Márquez. Una absoluta revelación. Primero porque muchos desconocíamos que Kurosawa fuese el mayor inspirador de la obra del Premio Nobel colombiano. Segundo porque no nos constaba esa amistad. Tercero, porque aunque sí sabíamos de la cinefilia del autor de Cien años de soledad -recordemos que, como nuestro Vila-Matas, fue crítico de cine y guionista antes que novelista -, desconocíamos que su pasión llegara al punto de contar la anécdota siguiente:
Barbarroja la he visto seis veces en los últimos veinte años y les hablé a mis hijos de ella, casi diariamente, hasta que la pudieron ver. No solamente es la que, de todas sus películas, más nos ha gustado a mi familia y a mí, sino también una de mis favoritas de toda la historia del cine. (Gabriel García Márquez a Akira Kurosawa, 1991)
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