El hundimiento

El hundimiento

**** Muy buena

El hundimiento es el tercer largometraje, hasta la fecha, del alemán Oliver Hirschbiegel (Hamburgo, 1957), tras la premiada y agresiva El experimento (Das experiment, 2001) y Mein letzter Film (2002), un monólogo de noventa minutos de una mujer que intenta rehacer su vida. Hirschbiegel estudió pintura y artes gráficas en la Academia de Bellas Artes de su ciudad natal, para posteriormente hacer sus pinitos como fotógrafo y video artista. Su talento llamó la atención de las televisiones germanas y entre 1986 y 1998 realizó nueve telefilms y series de TV. Con  El hundimiento ha logrado el mayor éxito del cine alemán en muchos años, hasta tal punto que el productor de Hollywood Joel Silver lo ha contratado para rodar Invasion (2006), interpretada por Nicole Kidman.

Abril de 1945. Las tropas soviéticas están a las puertas de Berlín. El Tercer Reich está a punto de caer. Adolf Hitler y sus más fieles colaboradores sobreviven en un búnker, negándose a aceptar la realidad de la inminente derrota. El polémico guión de la película ha sido escrito por su productor, Bernd Eichinger, a partir de dos libros, “El hundimiento: Hitler y el final del Tercer Reich”, del historiador Joaquim Fest y “Hasta el último momento: la secretaria de Hitler cuenta su vida”, obra autobiográfica de Traudl Junge, ayudada por la periodista Melissa Müller. El mayor defecto del film es, precisamente, que se detecta perfectamente qué secuencias están extraídas del libro de Fest y cuáles del de la ingenua secretaria del Führer, lo que origina un mínimo lastre narrativo. Además algunas declaraciones de Traudl Junge incitan a la ambigüedad, a no tomar partido contra los nazis, cosa que no ha gustado en EE UU, país muy dado al maniqueísmo. Eso explicaría que el Oscar a la Mejor Película Extranjera recayera en Mar adentro, de Amenábar, film a todas luces inferior al de Hirschbiegel, que también estaba nominado en esa categoría. Siempre he admirado al actor suizo Bruno Ganz (Zürich-Seebach, 1941), a raíz de sus interpretaciones en films de Tanner, Wenders, Rohmer, Schlondorff, Petersen o Herzog. Dicen que en el ámbito de la cultura germana Ganz está considerado el mejor actor en lengua alemana (aunque también domina inglés, francés e italiano), tanto en cine como en teatro. El mejor papel que recuerdo de él –interpretado en francés- fue en una de las piezas más magistrales del cine contemporáneo, La eternidad y un día (1998), de Theo Angelopoulos. Encarnando a Hitler ha llegado a aquel nivel como actor dramático. En algunos momentos Ganz es Hitler. Produce escalofríos verlo reencarnado en su monstruosa humanidad, reproduciendo el Parkinson del dictador, mimetizando aspectos de su vida cotidiana, en su relación amorosa con Eva Braun (¿puede un sádico criminal tener sentimientos amorosos?), en su aprecio por su secretaria, en el cariño a su perro. Convivimos con él en el búnker, absorbemos sus babas, su alcoholismo, su negación de los hechos, sus sudores fríos previos al suicidio individual y colectivo, su ausencia de piedad, de un mínimo gesto compasivo. Sorprende la frialdad de sus actos, la imparcialidad de la cámara (su impostura recuerda al acercamiento al nazismo del humanista Polanski en El pianista, víctima superviviente de aquella barbarie), la ausencia de subrayados morales. Cuando Magda Goebbels (esposa del ministro de propaganda) envenena a sus hijos, convencida de que no deben sobrevivir al final del III Reich, un escalofrío nos recorre el cuerpo y comprendemos que todos los fanatismos son igual de irracionales, de ciegos. Obra claustrofóbica hasta rayar la demencia insoportable, de una dureza molesta, cansina, atormentante, El hundimiento es la película más incómodamente exacta y epatante que se haya creado sobre la figura de un dictador. No sólo sobre Hitler, sino sobre Mussolini, Franco, Stalin, Mao o cualquier otro ególatra sin escrúpulos que haya marcado de sangre, con sus salvajadas, la trágica Historia del siglo XX.

Diego Moldes
Diego Moldes
diegomoldes@hotmail.com
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